Hoy estaba leyendo mastodon un poco por encima cuando me he encontrado un toot con un concepto muy gracioso. He ido a ver si lo encontraba pero, para variar, no me he guardado el toot, soy un desastre. El post hablaba del concepto de «personas prepucio», que se retiran cuando la cosa se pone dura. Insertar risa amarga
Es cierto que esa gente existe. Seguro que la cabeza se te ha ido a alguien o a alguna situación cuando has entendido el concepto. En el mensaje se referían a esos amigos que te dejan de lado en lo peor de tu depresión porque eres un rollo o a esos señores que dejan a sus parejas cuando se les detecta una enfermedad grave y, en lugar de cuidar 24/7, empiezan a necesitar cuidados.
Este post, desde luego, no va para las malas personas, con todos los matices, porque nadie somos santos y muy pocos son demonios: no lo necesitan. Aquellos que se mueven solo por su interés personal y que se abrazan únicamente al beneficio se van cuando quieren y les da la gana, sin problema. Pero esa idea de que irse es de mala persona hace que las personas buenas sientan que no pueden irse. Y, a mi modo de ver, eso es un problema.
Nadie debería permanecer al lado de otro cuando ya no quiere estar, y puede haber razones válidas para eso. Cada vez que recuerdo la historia de una amiga me invade el terror: tenía una relación que iba mal, ya no estaba enamorada, estaba buscando el mejor momento, la mejor manera para dejar a su pareja... y entonces a él le detectaron una enfermedad grave. Y ella se quedó, aunque no le quería, siguió unida a él y le cuidó día, tras día, tras día, tras día. Aunque era infeliz cada día lo hizo. Y habrá quien piense que mi amiga es una santa con admiración (es más que una santa, es una señora estupenda), pero yo lo que pienso es que no tenía por qué hacerlo. Que podría haber seguido apoyando a esa persona como amiga, que podría haber hecho otras cosas que no fueran cargarse con la totalidad del cuidado de un hombre al que ya no quería. Bueno, al menos, debería haber podido.
Lo mismo hay alguien que piensa que esto es muy fácil y que lo digo desde el lado de las que dejan o quieren dejar. Claro, a veces estoy en ese lado. Pero también he sido dejada. También hay amistades que no han podido gestionar mi carácter, mis depresiones, mi falta de contacto (porque necesito estar sola para recargar energías). Y lo entiendo. Y no les culpo. Y no creo que sean malas personas. Es más, ahora mismo que estoy atravesando por un proceso depresivo leve, me gustaría decir explícitamente a la gente de mi alrededor (que tampoco es mucha) que puede irse cuando quiera, que puede, incluso, retirarse temporalmente si quiere, aunque luego quiera volver cuando la tempestad amaine. No lo hago por no parecer dramática y porque tampoco quiero que piensen que son prescindibles o que no me importaría perderles. Pero no quiero que mi tristeza sea una cadena o un secuestro. No quiero que mi necesidad les ate de ninguna manera en ningún momento. Tienen derecho a irse cuando así lo sientan o lo consideren: su cariño, su afecto, su apoyo, está suficientemente evidenciado. No tiene que ser eterno para haber sido real.
Siento que esta es una cosa que no se dice demasiado y no está de más, de vez en cuando, recordarlo. A mí misma, por ejemplo.