Jodida, pero no sorprendida

Miedo, tengo miedo. Pero da igual.

Miedo, tengo miedo.

Miedo de quererte.

Miedo, tengo miedo.

Miedo de perderte.

Sueño noche y día

que sin ti me quedo.

Tengo, vida mía,

miedo...Ay, mucho miedo.

«Tengo miedo», por Rocío Jurado.

No sé dónde lo leí, pero estoy absolutamente de acuerdo: «Amar es dar a alguien el poder de hacerte daño (y confiar en que no lo hará)». Aunque eso es mucho confiar. Las personas somos como erizos (esta metáfora sí recuerdo dónde la leí, fue en La elegancia del erizo, de Muriel Barbery), intentando encontrar el ajuste correcto, ese en el que no nos muramos de frío por la distancia ni nos hagamos daño por la estrechura de demasiada cercanía. Y en lo que encontramos ese punto o nos reajustamos acabamos haciéndonos daño sin querer. Es inevitable.

Pero hay verdad en esa frase, algo al menos. En La condición vulnerable (un ensayo que recomiendo encarecidamente, una filosofía en la que de verdad me he sentido a gusto), Joan-Carles Mèlich dice «Nunca somos tan vulnerables como cuando queremos, pero también nunca estamos tan protegidos de la vulnerabilidad como cuando nos quieren». Amar, amar de veras, no puede hacerse con escudos y armaduras. Amar (a quien sea y como sea) es abrir el pecho y decir: «esto soy». En el baile de máscaras que es la vida no es poca cosa.

Pero ser vulnerables es terrorífico, especialmente en este mundo en el que hemos aprendido que cualquier debilidad podrá ser utilizada en nuestra contra. Hay que escoger bien ante quien nos permitimos ser vulnerables, hacer control de daños. ¿Cómo no va a dar miedo amar entonces? Una se arriesga doblemente: se pone en una situación de vulnerabilidad al querer y vive en un estado de precariedad permanente por poder perder esa protección que da ser querida.

En ese punto estoy, consciente de la precariedad del amor al que me he entregado por completo y que me ha cubierto de las inclemencias hasta ahora, recordando que ningún amor es incondicional y que, oh sorpresa, el amor no lo puede (ni debe poderlo) todo. En ese punto estoy, sí. Muerta de miedo.

Pero ahora no me sale decir «si esta vez no, nunca más». Sé que no tengo remedio, que si esta vez no (que ojalá sí) volveré a intentarlo mientras me quede corazón. Tampoco me sale hacer control de daños, replegarme, adoptar una estructura defensiva y minimizar las bajas. Nada. Sigo con el pecho abierto: «Esto soy, toma lo que te aproveche». Ya iré recogiendo los restos como buenamente pueda.

Habrá merecido la pena.

Thoughts? Leave a comment

Comments
  1. Lara — Mar 16, 2025:

    Estoy en mi primera relación, en la que llevo ya 4 años, y no puedo evitar pensarlo cada X tiempo. Además, cuanto más tiempo paso con esta persona, más miedo al "y si se termina" aparece. Es una mierda la inseguridad pero a la vez quiero compartir mi vida, tiempo y emociones con la otra persona. Por lo que sí, "habrá merecido la pena" seguro. Mucho ánimo! 💙

  2. jodidaperonosorprendidaMar 16, 2025:

    La mejor de las suertes, Lara

  3. Francisco M. — Mar 17, 2025:

    Me casé hace 42 años después de algunos más de noviazgo, quitando dos años en los que nos separamos, puedo hablar con perspectiva. Solo me siento seguro cuando estoy con ella, el resto es viento y lluvia y frio.

  4. jodidaperonosorprendidaMar 17, 2025:

    Ojalá encontrar eso de forma duradera 🥰 Qué bonito, Francisco

  5. Tonired — Mar 17, 2025:

    El amor es algo tan bonito y tan peligroso que no podemos hacerlo conscientemente, nuestra mente primero se encuentra muy agradablemente con alguien y con el tiempo... puf: surge. Mi primera ruptura fue algo horrible, tardé más de un año en levantar cabeza, coincidiendo con mi último año de grado. Después (por lo menos en mi caso) la experiencia te hace estar más cerrado al amor y más precavido a que surjan sentimientos, pero siempre aparece gente que te hace remover cositas dentro. Aunque os deis por vencidos en el amor, fluid y conoced gente que el enamoramiento merece la pena aunque salga mal :)

  6. jodidaperonosorprendidaMar 17, 2025:

    ❤️