Estaba limpiando el polvo de la casa con toda la pena pre-post-vacacional que he conseguido reunir cuando he llegado a mi otra mesilla de noche. Es la del lado contrario a la mía, pero también es mía, así que bueno. En ella he encontrado dos fotos. Una, en el Retiro de Madrid, con mujeres que había desvirtualizado ese día y con algunas que acababa de conocer. Pero qué día aquel... La otra, en la Feria de Córdoba, con algunas de mis amigas de aquí.
Cuando me separé de mi pareja y mi casa se quedó algo más vacía decidí tomar precauciones para que la tristeza no se acomodase demasiado. Una de ellas fue dejar recordatorios de que no estaba sola. Soltera sí, pero no sola. Así que imprimí unas cuantas fotos y rescaté algunas de los álbumes, compré algún marco más y dejé aquí y allá fotografías de gente que me acompañaba. La foto del Retiro fue una de las primeras. Casualmente (o más bien no) en esas fotografías aparecían mujeres. Pero también eran de mujeres las postales o ilustraciones que dejé aquí y allá para no dejarme creer que estaba sola en el mundo.
Hace ya dos años de eso y la presencia de algunas de esas mujeres en mi vida no es, ni de lejos, la misma que entonces. Lo mismo ocurre con mi presencia en la suya, claro. Pero no quito sus fotos, no hasta que no sea necesario. Porque la permanencia no es requisito para que algo sea real. Esas mujeres han sido mujeres de mi vida, me han salvado en algún momento, y por lo tanto, serán siempre mujeres de mi vida.
El otro día me daba cuenta, tras escribir aquí, de cómo lo más interesante y estimulante intelectualmente me está llegando desde hace tiempo de mujeres. Por ejemplo, yo hace unos años pensaba que no me gustaba leer ensayo, y lo que pasaba es que no me interesaba una mierda lo que tuviesen que contarme los ensayos del momento escritos por señores (en general). En los últimos tiempos estoy leyendo bastante más ensayo (no leía tanto desde la carrera, y entonces lo hacía por obligación) pero la mayoría están escritos por mujeres. Y me apasionan, y me estimulan, y me interesan. Y me dan ganas de discutir con ellos, incluso. Pongo por caso el libro que estoy leyendo actualmente: El buen sexo mañana de Katherine Angel. Llevo un capítulo y me tiene entregada. Me está haciendo pensar muchísimo. Pero es que ese libro me llegó porque vi que mi amiga Tania lo llevaba encima este verano. Lo mismo ocurre con recomendaciones de libros o películas. Y, desde luego, con ideas y conceptos: participar en conversaciones con mujeres o verlas expresarse en blogs y redes sociales es algo súper enriquecedor y que me está haciendo crecer inmensamente.
Me gustaría acabar este post de una manera efectista, que siempre queda bien, pero al final lo que quiero decir es: señoras de mi vida (presentes actualmente en ella o no): gracias. No os doy ni un poquito por sentado.