Jodida, pero no sorprendida

La gente no me toma en serio.

La gente no me toma en serio. No sé si es porque soy mujer, aunque algo de eso habrá (probablemente mucho). Lo de que es porque soy joven empiezo a descartarlo, porque aunque me muevo en ambientes en los que la gente suele ser mayor que yo, creo que ya tengo una edad como para que empiecen a darme crédito, digo yo. No sé si es por mis taras y rarezas. No lo sé. La cosa es que la gente no me toma en serio, tiende a infravalorarme. Y eso es una mierda.

Sería una mierda tolerable si una demostrase lo que vale una vez y ya está, hasta ahí. Pero no, no es así. Actualmente estoy cambiando de puesto de trabajo y cada día salgo de la oficina arrastrando el cuerpo como si le hubiese puesto un cascabel a una hidra. Me agota, física y mentalmente, existir en ese espacio en el que tengo que dejar claro que soy una buena profesional, a pesar de ser la más joven, a pesar de ser una mujer, a pesar de no tener un doctorado y a pesar de que los señores muertos que pensaron hace mucho me importen regulinchi.

El viernes pasado tuve escuchar que me decían a la cara que la metodología que utilizamos el curso pasado mi compañero y yo para preparar a los alumnos para selectividad no tenía lógica. Que los resultados de mis alumnos digan lo contrario importa más bien poco: soy una muchachita joven (con apenas diez años de experiencia, qué es eso), con la cabeza llena de pájaros e ideas peregrinas. Mi propuesta no fue tenida en cuenta ni levemente. Ni siquiera se consideró hacer menos exámenes porque bueno, ya se sabe que cuanto más exámenes se hace más se aprende, supongo. (emoji de cara de payaso aquí)

Evidentemente, aunque me hizo dudar, y mucho, voy a intentar repetir mi metodología del año pasado. ¿Con más exámenes? Pues con más exámenes. Pero creo que funciona y que tiene sentido, y me parece que está dentro de mi autonomía hacerlo. Tendré que proponerlo la semana que viene. Con suerte me dejarán hacer y condederán mirándome con condescendencia.

Pero funcionará: sé que funcionará. Acabará el curso y habrá funcionado. ¿Será suficiente entonces? ¿Mis propuestas seguirán siendo cosas de moderna con el seso sorbido por las nuevas corrientes pedagógicas? ¿En qué momento se me empezará a tener en cuenta si digo que dictar apuntes es un atentado contra la atención a la diversidad? ¿O si digo que la educación emocional no tiene nada que ver con dar abracitos y besitos?

¿En qué momento podré dejar dedicar buena parte de mi energía a afirmarme y dejar claro que estoy sobradamente capacitada para hacer el trabajo por el que me pagan para poder volver a dedicarla a hacer ese trabajo?

Llevo una semana de curso, no han empezado las clases y ya estoy: agotada. Que alguien, por favor, me retire. Prometo ser una compañía encantadora. Como puede verse, estoy acostumbradísima a actuar.

Thoughts? Leave a comment