Jodida, pero no sorprendida

¿Estoy loca?

Con frecuencia he sentido que el mundo no me sentaba bien. O me quedaba grande o chico, pero el resultado de eso, al final, es el mismo: si el zapato no es de tu talla, sea por grande o por pequeño, te roza. Una se acostumbra a ciertos niveles de inadecuación, supongo, pero de vez en cuando, no sé si porque baja el nivel de tolerancia o aumenta el nivel de extrañeza, la cosa se hace más traumática. Y ahí ando últimamente.

Me doy cuenta de que paso mucho tiempo enfadada con el mundo, enrabietada, peleando de una manera u otra para, al menos, denunciar las cuestiones que considero problemáticas, si es que considero que no puedo hacer nada para cambiarlas, aunque sea en ese momento. Eso lo veo normal: el mundo es, en buena medida, un mojón. Tiene sus cosas buenas, sí, pero hay tantas cosas que están mal... El problema viene cuando levanto la vista y miro alrededor y nadie parece entender por qué me enfado tanto, por qué me empeño tanto. Y entonces viene la pregunta: ¿estaré loca? ¿De verdad seré una señora histérica y difícil que ve problemas donde no los hay? No es retórico. Os prometo que a veces lo dudo de verdad y me planteo que, más pronto o más tarde, mis excentricidades acabarán aislándome de todo el mundo.

Me pasa con los LLM (Large language model) y los LIM (Large image model), esto es, la llamada «Inteligencia artificial generativa» de lenguaje e imágenes respectivamente. A veces tengo la energía de dar la turra: la «IA» consume muchísimos recursos y, en general, la estamos usando para cuestiones absolutamente absurdas como generar un avatar tipo Pixar o evitar hacer una búsqueda en Internet (bueno, ya depediendo de dónde busques ni siquiera así te libras). A veces simplemente nos ponemos a «charlar» con la IA para pasar el rato. Cuando me siento en un espacio lo suficientemente seguro, con gente que me importa lo suficiente, doy el paso y la turra, como decía. Pues indefectiblemente recibo la mirada de «¿y esta tarada?». Y duele, porque suele venir de gente que me quiere. Esa mirada transmite que estoy intentando vaciar el mar con un cubito, que soy una persona naïf, en el mejor de los casos, y en el peor, que duermo con un gorrito de papel de aluminio puesto.

Me pasa también con el dichoso Ozempic y derivados, y con esto soy absurdamente radical: se está produciendo un atentado a la salud de las personas gordas similar al que se produjo con la oxicodona en Estados Unidos. Se está recetando un medicamento a personas sanas (repitan conmigo, hasta que llegue al fondo: la obesidad o el sobrepeso no son una enfermedad per se, aunque pueda ser un factor que influya en el desarrollo o aparición de ciertas enfermedades, por no hablar de cómo se definen) con gran cantidad de efectos secundarios nada desdeñables simplemente para que adelgacen. ¿Sirve la excusa de «tienes que adelgazar por salud» si lo que estás usando para adelgazar destroza tu salud? Pues bien, en esta colina he de morir y lo haré prácticamente sola porque la gordofobia es tanta que el medicamento ha aparecido como la nueva poción mágica. Hablo también, por supuesto, de la gordofobia interiorizada, porque resulta que el bodypositive es en muchas ocasiones un «no me queda otra» pero ahora que existe el pinchacito mágico es maravilloso. Y mirad, no niego el sufrimiento, entiendo profundamente cómo una persona gorda acabaría pinchándose el Ozempic de los cojones, pero eso no lo convierte en bueno. Ni a mí en gordófoba por denunciarlo.

Pues bien, de nuevo esa mirada. Como si estuviera diciendo que los chemtrails nojequé o que la tierra está hueca y hay una civilización viviendo en el núcleo.

Bueno, y no hablemos de cuando sale el tema del género y el feminismo. Ahí soy la loca absoluta. Por suerte, ahí me siento algo menos sola, pero escuece incluso más, porque son cosas tan flagrantes... Ayer una amiga me contaba que iban tres días de la semana y había tenido que intervenir en tres situaciones de acoso en espacios públicos (autobuses, supermercado) sin que nadie más hiciera nada (salvo una señora mayor). Y cuando haces algo encima te miran a ti como si fueses tú el problema, la loca que está montando un escándalo. De verdad os digo que se queman pocas cosas.

Y claro. Luego me escucho pensar. O me leo. O identifico lo que siento y qué lo provoca. Y pienso si no será verdad, si no estaré loca. Recuerdo que una amiga psicóloga dice que no adaptarse a un mundo tóxico es un signo de salud mental. Pero, ¿no se dirán eso todos los locos? ¿No será mi amiga imaginaria? ¿No estaré, y lo digo de forma lo más literal que la metáfora permite, perdiendo la cabeza y los estribos?

Es una pregunta retórica. Mejor no me contestes.

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Comments
  1. Giorgio Grappa — Jun 19, 2025:

    No estás loca. Mantienes el espíritu rebelde que, en la segunda mitad del siglo pasado, caracterizaba a la adolescencia. Como la Greta.

    O como Mafalda.

    Ojalá hubiera más gente como tú.

  2. jodidaperonosorprendidaJun 19, 2025:

    No estoy loca, solo me falta un hervor. Es un consuelo xD

  3. Edgar — Jun 20, 2025:

    Tienez razón, bo estas loca, o ya somos dos locos.