Jodida, pero no sorprendida

El silencio que sigue al trueno

Ayer estuve celebrando la vida. Una amiga ha cumplido 50 años y decidió celebrarlo juntando a sus gente (la mayoría mujeres, qué cosas) para comer, beber, bailar, charlar, abrazarse y divertirse. Honrada por estar entre las invitadas, allá que me fui, aunque eso me supuso levantarme a las 6 de la mañana y volver a casa sobre las 23.30, con dos viajes de tren por medio.

Lo pasé fenomenal. Estuve rodeada de (sobre todo) mujeres estupendas, tuve charlas interesantísimas, compartí tiempo, espacio, comida, bebida y charla con señoras a las que leía e idolatraba en mis tempranos 20 años (estaba fangirl perdida), con una científica que ha estado hablando en la sede de la fucking ONU de Nueva York (es mi amiga, colegas) y con otras muchas que, aunque a lo mejor no tienen credenciales tan impactantes son inteligentísimas, dulces, compasivas, divertidas... En fin, con la que da gusto estar (a pesar del cansancio, del dolor que me provoca la vida últimamente).

Cuando volvía en el tren, arrasada pero con una sonrisa de oreja a oreja, me decía que eso debía ser la vida. Es justo lo contrario de lo que te dicen los psicólogos: «no puedes vivir la vida esperando lo extraordinario, tienes que encontrar felicidad en las pequeñas cosas, la vida no puede ser lo que pasa entre el sábado y el mediodía del domingo». Y no digo que no sea cierto. Evidentemente no hay que esperar lo extraordinario todo el rato, pero tener el tiempo (e, idealmente, la energía) para reunirme con unas cuantas amigas no debería serlo. Tener tiempo para pasear al sol sin prisa no debería serlo. Poder hacer el amor sin estar pendiente del reloj no debería serlo. Esos mensajes, como muchos de los que nos dan los terapeutas, son más bien analgésicos: calman el dolor (si hay suerte) pero no curan la enfermedad.

Pero mi cerebro no los procesa, no importa cuánto lo intente. Me digo que este es el precio que tengo que pagar por haber salido del pueblo, por ser una mujer independiente, por tener una casa (a medias con el banco, claro), por la paz de saber que el mes que viene voy a poder pagar todos los gastos. Me digo que hay tiempos donde pueden florecer las amapolas (aunque eso suponga que la mayor parte del tiempo lo que tenga ante mis ojos sea un erial). Pero no cala, porque yo quiero presente, porque el futuro es una promesa que no siempre se cumple. Yo quiero vivir, no invertir.

En días como hoy el vacío tras experimentar la vida es más aterrador que nunca y lo llena todo. Como el silencio que sigue al trueno.

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Comments
  1. Anonymous — Feb 23, 2025:

    Pienso que eres una persona extraordinaria. 8-)

  2. jodidaperonosorprendidaFeb 24, 2025:

    No lo creo, pero muchísimas gracias ❤️

  3. Chuck! — Mar 3, 2025:

    Es tal cual como dices :(

  4. jodidaperonosorprendidaMar 3, 2025:

    Desgraciadamente