Jodida, pero no sorprendida

Como una ola

Tengo una amiga con la que nunca me he tomado un café, ni una caña. Sí, otra. Empiezo a pensar que a lo mejor lo que ocurre es que en persona soy inaguantable. En fin, que me pierdo. Decía que tengo una amiga con la que nunca he coincidido pero con la que comparto una historia de bastantes años. Diez, probablemente. Quizá más. Durante ese tiempo nos hemos contado de todo, nos hemos consolado, nos hemos reñido (aunque poco), nos hemos aconsejado... Y anda que no nos han pasado cosas... Buf.

Hoy mi amiga me hablaba de que tenía que controlar ciertas emociones. Me decía que no podía dejar que una cosa le afectase tanto. Y su afirmación y su empeño me ha hecho pensar en una idea, no por extendida, menos errónea (según yo lo veo): la de que las emociones se pueden controlar.

Hay algo que he aprendido en los últimos años y que, como señora intensísima que soy, me ha venido muy bien aprender: que las emociones son como el oleaje. Si te paras a pensarlo hay bastante parecido. Pueden ser suaves o bien violentas. Pueden acunarte o revolcarte. Pueden acariciarte o hacerte daño. Pero lo que vayan a ser, lo que vayan a hacerte, está fuera de tu alcance. Una no puede plantarse delante del mar y pedirle que no le pegue fuerte (o que sí), pues lo mismo con las emociones.

Durante bastante tiempo servidora, que tiene unos poquitos de problemas con eso de querer controlarlo todo, también creyó que podía controlar las emociones, que podía doblegarlas o resistirse a ellas. Eso es algo parecido a pararse en el mar bien firme cuando las olas te golpean: acabas revolcada y, a veces, haciéndote bastante daño. Con el tiempo he aprendido que vale más no resistirse: dejarse mecer o arrastrar, sea lo que sea. Y, cuando la marea se calme, ver que puede hacerse de una.

Tengo la sospecha de que ese no dejar que las cosas nos afecten, ese no dejarnos llevar por las emociones tiene que ver más con lo que es bueno para el sistema que con lo que es bueno para nosotras. Para una es mucho más sano sentir las cosas que reprimirlas, estoy convencida. Pero para el sistema no tanto: no puedes permitirte estar triste si trabajas cara al público, no puedes sentir la rabia que necesitas sentir si tienes que atender a 37 adolescentes por hora, no puedes dejar que la euforia te revuelque si tienes que parecer profesional y serena durante 8 horas al día ni puedes dejar que la excitación te llene si mañana el despertador suena a las 7 de la mañana y son más de las 12 de la noche.

Resulta que sentir también va a ser un lujo. Normal que no perder la cabeza del todo también lo sea.

En fin, voy a dejar que la pena me revuelque un rato más (eso sí, mientras limpio el polvo, que es la tarea doméstica que me queda pendiente para este finde).

Cuídate mucho. Y siente tanto como puedas: sentir es punk.

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Comments
  1. Alicia — Feb 16, 2025:

    Me has dado que pensar. Mi persona siente todo mucho, especialmente cosas que consideramos "malas": preocupación, culpabilidad... yo siempre he pensado que ojalá aprenda a no sentirlo tanto, pero quizá no sea lo mejor para él. Se lo comparto.

  2. jodidaperonosorprendidaFeb 16, 2025:

    Le das un abrazo de otra intensa.

  3. Chuck! — Feb 16, 2025:

    Tal cual! :) :)

  4. jodidaperonosorprendidaFeb 16, 2025:

    Verdad verdadera