Antes de leer el poema, para pensar un poco...
La rebeldía puede residir en actos cotidianos. ¿Se te ocurre alguno?
Cuando piensas en la palabra felicidad, ¿qué se te viene a la mente?
¿Cómo te gustaría que te recordasen cuando ya no estés?
Y ahora, el poema:
Vamos a ser felices de Luis Alberto de Cuenca
Vamos a ser felices un rato, vida mía,
aunque no haya motivos para serlo, y el mundo
sea un globo de gas letal, y nuestra historia
una cutre película de brujas y vampiros.
Felices porque sí, para que luego graben
en nuestra sepultura la siguiente leyenda:
"Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre
que, no se sabe cómo, lograron ser felices
diez minutos seguidos."
La rebeldía es un asunto enrevesado porque supone una actitud vital valiente, un pensamiento crítico, una apuesta por el cambio social, un autocontrol emocional… Es una mudanza de la pasividad a la acción en busca de unos anhelos de bien sobre la peligrosa expansión del aceite amenazador que nos invade. En lo cotidiano, se presenta como inconformismo ante la información que nos asalta y que nos lleva a la confusión, como declaración de criterios claros frente a situaciones que nos parecen absurdas y erróneas, coma participación en aquellas manifestaciones que van a favor de hechos de justicia o de respuesta frente a agresiones de todo tipo, como cuestionamiento de comportamientos incívicos que observamos en nuestra vida diaria... La felicidad la asocio a una bonanza en el estado individual y colectivo que procede de un equilibrio estable en una existencia con sentido. Esto lleva a encontrar ingredientes que superan la búsqueda de “la guita” que cubra las necesidades básicas. Y que quede en el recuerdo una dedicatoria que me ha firmado un nobel escritor en su nuevo libro. “paloma mensajera”. Ha sido, seguramente, por trasladar de una manera constante “indicios” de buena voluntad de ser y hacer. Grandes remedios para males propios del equilibrio estable. Sin dudarlo y a medida, ¡a por ello! Prometo más de 15 minutos de felicidad.